Isa: aprender a vivir en Londres

«Volveré a España cuando llegue a mi meta». Isa es una JESP alicantina de 22 años que aprende a vivir en Londres. Llegó a la capital del Reino Unido como educadora social y actualmente trabaja de señora de la limpieza en el Tate Britain, pero su sueño es estudiar diseño de moda y montar un puesto en Candem. Aunque su aventura no está siendo un camino de rosas, insiste: no piensa regresar a su ciudad natal hasta que en su currículum vitae ponga «Universidad de Chelsea, London», en letras mayúsculas y bien grandes.

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El año pasado acabó la carrera y, como muchos JESP («Jóvenes Emigrantes Sobradamente Preparados»), decidió marcharse del país en busca de oportunidades laborales de lo suyo, educadora social. Isa es una joven de 22 años, natural de Alcoy (Alicante), que intenta aprender a vivir en Londres (Reino Unido), donde se ha de buscar la vida ella sola. El principal obstáculo, asegura, es su nivel de inglés: «Aquí he conocido a gente que ejerce de educador sin tener formación, pero gracias a mi tremendísimo nivel de inglés bien cosechado por la educación española, no podría ni trabajar con un niño de 2 años, aunque me muero de ganas.  Por eso me siento identificada con el adjetivo, ya que soy una joven emigrante sobradamente preparada en comparación con las personas que trabajan aquí.» Sus objetivos han cambiado: quiere estudiar diseño de moda, a ser posible en la Universidad de Chelsea, y montar su tenderete en Candem.

«Actualmente trabajo en el museo Tate Britain de señora de la limpieza, y se piensan que soy una cateta… Se quedan alucinados cuando les digo que tengo una carrera.» Isa llegó a Londres hace nueve meses, «contentísima» porque, desde la agencia, le prometieron «el oro y el moro». Le buscaron un piso que, según ella, estaba en pésimas condiciones en comparación a lo que tenía que pagar: 550 libras al mes. «El salario de un español con mi nivel de inglés aquí no supera las 900 libras; al alquiler hay que sumarle el transporte, que al mes son 150 pounds (30 por semana), más comer«, explica la joven. Nada más llegar y durante dos meses,  hacía «entrevista por día» para trabajos como camarera, cleaner, sandwich maker. Pero logró encontrar trabajo.

El primero fue en un restaurante italiano. «No duré ni dos semanas: una compañera inglesa me ridiculizaba incluso delante de los clientes -sí, mi nivel de inglés era aún peor que el ahora-. Un día me harté y le tiré un trapo a la cabeza.  Y no volví nunca más.» Después, Isa se metió en una cocina, donde hizo amigos italianos y españoles. El «estrés» de este segundo trabajo la llevó al puesto de cleaner en el Tate Britain:  «Aquí estoy a gusto, cobrando 8,30 la hora (sueles cobrar 6,08 en otros trabajos), dos días off y trabajando 8 horas. No es la faena de mi vida, pero me permite llegar a fin de mes y poder estudiar un poquito de inglés, costura, ilustración… (todo por Internet, of course, bueno, bonito y barato)».

Vivir en Londres. ¿Vale la pena?

A pesar de todo, Isa valora «la experiencia de estar en otro país con diferentes culturas; aprendes de los demás, conoces a gente con otras perspectivas de vida, gente que te hace crecer». Por ejemplo, destaca el sistema educativo: «Pienso que es mucho mejor que en España porque, aquí, al acabar lo que sería equivalente a 4º de la ESO, no hay bachillerato; esos dos años puedes formarte en cliclos, cursillos… y a los dieciocho entrar a la universidad presentando una carta de recomendación, proyectos, portafolios. Es una ventaja porque tienes tiempo suficiente para pensar lo que quieres hacer, formarte y darte cuenta de si te gusta o no. En España, acabas bachiller y, si quieres ser médico y la nota del selectivo no te llega, no lo vas a poder ejercer o estudiar, por mucho que te guste. En mi caso, aquí, tendría que sacar un 7,5 en el examen para aprobarlo (esto es así para todos los europeos) y presentar el portafolios; intento conseguirlo, aunque tengo poco tiempo y dinero para formarme». Aunque, para Isa, la verdadera cruz de la moneda sea «estar solo, lejos de los tuyos, y tener que contar con mucha fuerza de voluntad porque el camino hasta la meta es largo», además de echar de menos de España «la comida, el clima, la gente, mi pueblo, conducir, mis perros, mis padres, mis hermanos, mis amigas, la fiesta española, la negrita, poder mantener una conversación normal con alguien» (que no es poco), le puede más el deseo de llegar a la meta, su meta. «Volveré con un título de la Universidad de Chelsea, London, en el currículum, escrito en letras bien grandes. Cuando consiga mi objetivo, me sentiré más plena y feliz de regresar a casa, porque ya no me quedará nada pendiente en Londres».

(Fotografía tomada en el British Museum, Londres. Isa y su pareja)