Diez razones para irse de Erasmus. «Qué pocas», pensarán los que han disfrutado ya de esta aventura. Ciertamente. Pero el tiempo en la red es oro. Exactamente como el que se pasa durante la época estudiantil fuera de casa. Abrid bien los ojos (y las orejas) para descubrir, o recordar, por qué es tan sano largarse del nido y echar a volar.
La primera vez
Irse de Erasmus puede ser la primera vez en varios niveles, principalmente en salir de casa de los padres. La primera vez que vives con otras personas de tu edad, la primera vez que se te quema el arroz, la primera vez que pierdes un tren. La primera vez (y no la última) que encojes la ropa en la lavadora. La novedad se convierte en tu rutina y, quieras o no, aprendes a sacarte las castañas del fuego tu solito/a. ¿Hay algo mejor que ser tú quien lleve el timón de tu vida?
La sonrisa
El Erasmus te hace sonreír. Inevitablemente. Sonríes cuando conoces a gente, cuando bajas a comprar el pan, cuando te equivocas de autobús… Solo o acompañado. Y, ya se sabe, una sonrisa es la mejor terapia. Y cuesta de borrar.
Conocerse
Enfrentarse al día a día sin ningún tipo de ayuda es la mejor lección. Conocerse y comprenderse es muy importante para aceptarse, y para cambiar lo que no nos gusta de nosotros. Soledad y nuevas reacciones. Compañía y madurez. Eso es el Erasmus.
Vivir otra vez
Cuando el Erasmus significa inmersión, a nivel lingüístico, social, cultural… Es como una reencarnación. Rodearse de personas y costumbres del lugar es una inyección de enriquecimiento personal. Las nuevas situaciones y los aprendizajes recién adquiridos amplían nuestro diccionario intelectual… pero también, y sobre todo, el emocional. Hay ocasiones en las que se está tan realizado, tan feliz, que parece que la vida nos vaya a desbordar.
Enamorarse
Una de las sensaciones más satisfactorias es llegar a enamorarse de alguien durante el Erasmus. Sí, enamorarse en otro idioma es una de las situaciones más interesantes, curiosas y preciosas que existen.
Extremos
La zona de confort está para pisarla. Nadie puede saltarse ninguna de las etapas de la vida, ni la referente a la rebeldía. Durante el Erasmus también se aprende esto.
Ir a clase
Durante tu aventura estudiantil en el extranjero sí vas a clase. Te quedas con la boca abierta durante las dos horas que dura una explicación, no te importa coger un autobús que rodea la ciudad a pesar de haber salido la noche anterior… Al menos, eso ocurre en Italia.
Descontextualizando se entiende la gente
Si juntas a varias personas que se encuentran en esta misma situación en un espacio relativamente reducido, el resultado solamente puede ser uno: amigos para siempre o, como mínimo, muy especiales.
Entrenar la felicidad
Coger rutinas que te ayuden a estar mejor contigo mismo para cuando sea la hora de volver a tu país (si es que vuelves).
Apreciar más
Suena a tópico pero es real. Tanto si regresas al nido como si no, nunca lo harás como antes. Habrás crecido en todos los aspectos, te sentirás más vivo/a que nunca.
¿Aún estás pensando si hacer o no un Erasmus?
(Imágenes tomadas en Florencia-1- y Pisa-2-, Italia. Autora: Marta Rosella)