marta 
Acabamos de volver de París. Sí, exacto. Estamos en esa especie de nube rosa, fucsia, de la que no queremos bajar. Hemos pateado Montmartre y también hemos comido los mejores crèpes y macarons. Paris tiene 105 km2, pero es posible no perderse lo imprescindible de Francia incluso en un fin de semana.
Sábado, de los Champs-Élysées hasta la torre Eiffel
Parada de metro Châtelet-Les Halles. Aquí nos bajamos y, desde un extremo, divisamos el obelisco 8Luxor Obelisk). Nuestro objetivo está al otro lado. Hoy va a ser un día de patear bastante, pero la combinación vale la pena. Comenzamos nuestro recorrido curioso por la avenida de los Champs-Élysées, una zona pudiente donde solamente mirar el precio de un café te puede costar caro. Al final de la otra parte se alza, triunfante, valga la redundancia, el Arco de Triunfo, quien Napoleón, figura muy recordada en Francia, mandó construir tras la victoria en una de sus batallas. Tras este paseo necesitaremos un descanso, que puede ser un café en McDonald’s.
La segunda parte del trayecto consiste en buscar la Torre Eiffel. Llegamos, después de preguntar a los vendedores, hasta el Puente del Alma. Y allí está. Imponente, la torre no tiene pérdida. Es un buen momento para hace picnic, también los parisinos están a la moda con esto. Perderse por los distintos ángulos de la Torre Eiffel, incluso subir para ver las vistas de París, es imprescindible.
La tercera parte de este día va a combinar el descanso con el vistazo rápido a las principales bellezas de París. Más de veinte puentes, destacando el de Alejandro III, la Bastille, el impresionante Museo de Orsay, la Notre Dame, el Museo del Louvre. Y más. Desde la torre, accedemos al Bateau Mouche, un barco que recorre la ciudad. El Sena es un río agradable y la experiencia te permite una inmersión cultural, así como teletransportarte hasta la Belle Époque, gracias a la música de Joe Dassin. Mejor que el bus turístico.
