Una aventura en Teruel…y el bocadillo de atún con mostaza

Acababa de volver de París. Fue cuestión de renovar algunas mudas de la maleta y hacerme a la idea de que iba a tener que conducir unas cuantas horas, más de tres, hasta llegar a Teruel, mi nuevo destino en este país llamado España. “Hola, busco una habitación para una sola persona.” Una vez logré, a duras penas y tras tres intentos, reservar en un hostal, mis catorce picaduras de mosquito del día anterior y yo cogimos los tres bocadillos de guerra que me iban a hacer pasar más hambre que Carracuca ese fin de semana. Sin olvidar los cuarenta euros.

Y es que era la víspera al Torico, y yo sin saberlo…

Un vistazo al Google Maps y ‘carretera y manta’, que dicen en mi pueblo. El cd empezó a sonar en bucle y no dejaría de hacerlo durante el trayecto, tanto de ida, como de vuelta. Recuerdo que el primer desvío, que rechacé, me mandaba a Gilet. Nombres curiosos y extraños. Estructuras magníficas que conmemoran el acueducto de Segovia, en mitad de la autopista. “Aragón es plano y verde”, pensé cuando pisé esta comunidad. Primer café: en Segorbe. Una torre-prisión y unos cuantos grados más acortaron mi parada.

Cuando llegué a la famosa ciudad aragonesa, encontré aparcamiento fácilmente. El primer bocadillo que me comería sería el de hamburguesa con mayonesa. Tras sortear a unos alegres participantes de una despedida de soltero, descubrí el Hostal Aragón, con una ubicación perfecta entre la famosa plaza del Torico, donde esa noche bailaría swing, y la de la Catedral.

En el Teruel Mudéjar…y la magnífica iglesia de San Pedro

Teruel tiene cuatro torres: la de El Salvador y la de San Pedro son las más antiguas. Su color es precioso. Luego está la de San Martín, y la de la Catedral. La mejor representación del arte mudéjar que encontramos en el mundo, se aventuran a decir algunos. Un ejemplo son las escalinatas, abajo del todo. El Museo Provincial también es recomendable, aunque, sin duda, la iglesia de San Pedro es lo mejor de Teruel y la más grande obra de arte que he visto en mucho tiempo.

La visité de casualidad, la mañana del día de mi regreso. Dudaba entre montarme al tren que recorre la ciudad, entrar a la torre de El Salvador o a la Catedral, o hincharme de jamón con pimientos verdes. Me decidí por San Pedro, la que aseguran es la Capilla Sixtina del Mudéjar, ubicada junto al conjunto de los famosos Amantes de Teruel. Verdes, dorados, rojos…juegos de cenefas y de arcos de crucería, de medio punto. Un trabajo elaborado a mano digno de admirar, del que destaca el altar y su decoración. Tuve la suerte, además, de que me tocara una estupenda guía en la visita organizada.

Con las mismas picaduras y mucho calor, emprendí el viaje de vuelta. La segunda vuelta después de despedirme de la ciudad de la Tour Eiffel. Ya solo me quedaba el bocadillo de atún con mostaza, y el compromiso de volver a Teruel para probar su jamón.

Autora de las fotografías: Marta (yo misma)